No hemos aprendido nada

Publicado el 23 de diciembre de 2024, 11:05

Hay que aprender de los errores del pasado

Hay gente que no aprendió nada de lo que sucedió en nuestra pasada y triste historia, no hacen más que crispar, meter el dedo en las llagas de las heridas que aún quedan o abriéndolas de manera sectaria y fanática, hacer publicaciones incluso con falsedades y manipulación de documentos históricos, arengar como ya hicieron otros, etc. Parece que pretenden con su guerracivilismo constante y permanente continuar la batalla y que nos enfrentemos de nuevo. Eso sí, todo combinado con mucha imaginación, etiquetando a placer los “buenos” y los “malos”, quien fue o no víctima, atribuyendo funciones a quienes no las tenían o blanqueando decisiones bochornosas, etc y, sobre todo, dando muchas lecciones de democracia, pero con un tufo intenso de odio sectario, dictatorial y con ansias de revancha inconfundible...

No aprendieron nada de aquello que ocurrió y parecen pretender ganar la guerra que sus mayores perdieron. Hacen “escaramuzas guerrilleras” y van bombardeando de diferentes formas: conferencias, exposiciones, homenajes, buscando complicidades (a veces con engaños), publicaciones en medios de comunicación que no contrastan nada y en contra de lo que dicen sus bonitos códigos éticos, etc queriendo ganar guerrillas (publicaciones con falsedades y manipulando datos, difamación en determinados sitios donde poder hacer más daño del que ya hacen, etc)

Hoy, un contacto de Facebook, comparte una historia que ha leído uno de mis nietos (yo se la he ofrecido para que la leyera) y él mismo se ha dado cuenta, a pesar de su corta edad, de que hoy vamos por otro camino… No hemos aprendido nada.

24 DE DICIEMBRE DE 1937 EN TERUEL (comparte Ángel Calvo en su muro de Facebook)

Julián tenía miedo y también mucho frío. En su batallón, ya se habían dado cuenta que solo eran unos miles para parar a los cincuenta mil del ejército republicano, que ya estaban en las calles de la ciudad. En su unidad, ya habían muerto más de la mitad, en la lucha calle por calle. Recordaba las nochebuenas con sus padres en Pamplona, nada parecidas a ésta. La noche ya había caído y el termómetro bajaba a quince bajo cero. Las manos se agarrotaban y era difícil manejar el fusil y peor cargarlo. Se apostó tras una puerta en una casa abandonada cuando oyó pasos cerca.

Antonio estaba muerto de terror y temblando de frío. Les habían traído a toda prisa desde Valencia para la ofensiva y el equipo de abrigo era muy precario. Además, cualquiera se fiaba del mando, con el payaso de El Campesino jugando a Napoleón. Vio una casa abandonada y entró a guarecerse. Vaya nochebuena pensó, no como aquellas en su pueblo de Ribarroja, cenando conejo y pasteles. Empujó la puerta con la culata del fusil para asegurarse que no había nadie dentro.

Julián cargó el fusil cuando vio una sombra entrar. Atascado por el frío, maldita sea. Antonio oyó el ruido del cerrojo de un fusil y cargó el suyo, dando un paso atrás, apuntando al interior. Pero descubrió que estaba vacío el cargador. Intentó meter el peine, pero con las manos congeladas era imposible.

Ambos se miraron con pánico.

- No hagas nada y yo no haré nada

- Será lo mejor.

- ¿Quieres un poco de coñac?

- Sí, gracias. Toma, tengo un trozo de turrón.

Julián subió al tejado y escapó hacia otras casas. Antonio siguió por la calle hasta encontrar otro refugio.

En 1982, ya con 65 años y jubilados, se reunieron en Teruel para tomar una copa de navidad, para recordar la nochebuena que cenaron juntos en 1937. Esa era su Memoria Democrática.

PD. Se calcula que en aquella navidad murieron cerca de 5.000 jóvenes de hipotermia entra ambos bandos. La temperatura bajaba de los 20º bajo cero en las madrugadas.

 

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