NOS VEMOS EN CHICOTE (I)

Publicado el 2 de enero de 2025, 11:53

Es evidente que al catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá de la Universidad de Alicante, le gusta mucho hablar de " cultura franquista " (en realidad de Franco, Franco, Franco...), que no es lo mismo que hablar de "cultura en tiempos de Franco". Su libro " Nos vemos en Chicote " revela un Madrid no sólo del franquismo, sino que ya existía antes de la Guerra Civil. Chicote era un bar de copas, cocktails y otros menesteres mundanos abierto en septiembre de 1931 por el célebre barman Perico Chicote, en el mismo año de proclamación de la II República. En 1934, el presidente del PSOE, Julián Besteiro, ofreció a Chicote la explotación del bar del Congreso de los Diputados, que mantuvo hasta la Transición democrática.

Chicote fue un lugar de encuentro social en la Gran Vía madrileña, antes y después de la Guerra Civil, para el ejercicio de la prostitución - ya se lo dijo la actriz Ava Gardner, "el animal más bello del mundo", como la describía Frank Sinatra, a Perico Chicote -, el espionaje - se daban cita hasta nazis refugiados, como el excoronel de las SS, Otto Skorzeny, rescatador de Benito Mussolini, y miembro de la red Odessa en España, organización que ayudaba a escapar a jerarcas nazis, dedicándose también al tráfico de armas -, los negocios, el contrabando o extraperlo - como sucedió con la penicilina -, los artistas, los escritores, la política y el faranduleo en general. Una isla caribeña en el centro de Madrid con vida propia y excesos libertinos que describiría el escritor Ernest Hemingway en su obra " Cuentos de Guerra ". En el libro "La denuncia", Hemingway usa el bar como símbolo del afecto que sentían sus clientes, algunos extranjeros, por España. Una de las escenas de su única obra teatral, "La quinta columna", se desarrolla en dicho bar. Antes de la Guerra Civil habían desfilado por la barra de Chicote figuras políticas de todo signo ideológico, desde Dolores Ibárruri " La Pasionaria " a el fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera e intelectuales como Ortega y Gasset. Según parece a los españoles no nos separan las ideas políticas en el noble arte del beber, como forma de socialización.

Por cierto, Ríos Carratalá incluye una foto en la portada de su libro de dos mujeres tomando unas copas en la barra de Chicote, solo que esa foto fue tomada y publicada en 1935, y no es del Chicote de después de la Guerra Civil al que se refiere el autor en su libro, y en cuya portada si aparecen otras fotos posteriores a la Guerra Civil. ¡ Se ve que el rigor y la exactitud de su documentación gráfica va paralelo al contenido de sus trabajos supuestamente académicos !

En la pág. 11 de "Nos vemos en Chicote" escribe Ríos Carratalá " La memoria forma parte del presente y procura un ajuste del presente con el pasado más o menos remoto " y él pretende hacer ese ajuste a su manera, poniendo cualquier asunto en el punto exacto y en su justa medida y por supuesto que la balanza caiga para el lado que defiende, sin balanceo alguno.

En esa cultura que muestra para hacer su libelo panfletario, no hay más que cinismo, silencio corresponsable para lucro personal, culpabilidad ajena propia de un "holocausto unilateral", maldad en cualquier actuación, con colaboradores voluntarios, oficinescos y verdugos. "Tremendismo generalizado y parcial en un bando que desafía cualquier imaginación", "mediocridad de los verdugos burocráticos" como cita en la pág. 19 - sin pretender quitar las barbaridades del tremendismo de aquella época en general -, "odio de los vencedores y su voluntad de ejercer la represión" para obtener al parecer "fines de semana libres" y expresión de orgullo e intransigencia, ( pág. 36 ), como si todos de los que habla fueran y se sintieran “vencedores”, como si no hubiera relación de artículos y bibliografía que hable de las barbaridades del bando contrario, a las que en ningún momento menciona para ir a lo que verdaderamente le interesa.

Ríos Carratalá desgrana la "jerarquía de la represión" - nadie duda que pudiera haberla, como en todas las guerras y posguerras (incluidas preguerras y sus consecuencias, que a su sesgo no le interesa tratarlas), especialmente si son inmediatas -, pero sólo a su gusto, de manera bastante parcial. Le encanta hablar de "la ficción de un franquismo sin franquistas", quizás publicitando un libro suyo posterior, como si "no hubiera un republicanismo sin republicanos". Él determina dónde hay o no "licencias de ficción" (ver alusión, por ejemplo, en la pág. 61) y, al mismo tiempo, practica el ejercicio de ficción a la hora de escribir.

Esa "jerarquía" que menciona no la establece claramente, ya que al hablar de alguna persona en concreto mete a todo el mundo en el saco, es decir: a éste o aquel le descubro, con razón o sin ella, le adjudico tal o cual maldad y, de camino, se la adjudico a todos cuantos pille en el entorno. Es muy probable que hubiera quien tuviera determinada y baja catadura moral, pero él la generaliza. Según el catedrático "se firmaban sentencias de muerte a cambio de un puesto en el escalafón de funcionarios" generalizándolo.

Artículo ¡ La humanidad no les perdonará !

Sirva de ejemplo el enlace siguiente de una entrevista radiofónica:

https://cadenaser.com/emisora/2016/01/07/radio_alicante/1452195695_926080.html

Habla de personajes siniestros. Dice, siguiendo supuestamente a Fernán Gómez que "si hay víctimas es porque hay verdugos". También que eran funcionarios, todos eran voluntarios y en búsqueda de un puesto mejor y que voluntariamente pedían formar parte de un pelotón de fusilamiento para conseguir un fin de semana libre o una semana de permiso...

Dice cosas sólo atribuibles a su ignorante criterio jurídico como que "el instructor era el juez que condenaba" o que "la gente que había allí tan sólo había estudiado dos o tres asignaturas de derecho", frase que le gusta repetir en sus artículos y libros, supongo que refiriéndose a mi padre Antonio Luis Baena Tocón, tal y como ha hecho, que ya era licenciado en Derecho desde junio de 1936, le guste o no...

Las guerras sólo traen desastres, pero como el mismo catedrático Ríos Carratalá dice es "catedrático de ficción". Veo que más siniestro que el catedrático Ríos Carratalá habrá pocas personas. Mi padre y su familia fueron víctimas de la Guerra Civil. El catedrático se ha convertido en el "verdugo cronista-reescritor"  de mi fallecido padre (aparte de los verdugos que tuvo que soportar en la época de la Guerra) y de mi familia. Muy contento y con muchas risitas en la entrevista mencionada y tendenciosa que le hacen en el año 2016. 

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